viernes, 20 de abril de 2018

ANTE LA PRESENTACIÓN EL DÍA DE HOY,EN LA LAVANDERÍA, DEL LIBRO DE MARIANO DE HOSSORNO “RELATOS SIN ASUNTO”



En tanto lectores nos priva la hipotética dicha de encontrarnos un día a nuestro escritor favorito, antaño se diría en una situación extrema, tan extrema como resulta sufrir un desprendimiento de retina –ambas retinas–  mientras el pobre se dirige, ciego ya, hacia el borde de un acantilado [en la abrupta costa inglesa], y tú, lector suyo entregado, te lanzas a por el, como hacían los pilotos japoneses contra los portaaviones norteamericanos -¡Qué kamikazes!–, para cogerlo justo cuando ya se despeñaba, poniéndolo a salvo. Hoy, seguramente la cuestión sea un cuestión menor en la cual el lector fans se conforma con hacerse una autofoto  con su escritor y la cosa no vaya a más.

A los escritores nos suelen entusiasmar tipos como estos. Soñamos con ellos. Calculamos sin parar el número de fieles con los que contamos, y las veces que nos reunimos entre nosotros, nos los echamos en cara los unos a los otros, igual que los generales envían al contingente de su tropa a la batalla, confiando en que gozar de una mayoría de adeptos incida favorablemente en nuestra victoria sobre los otros.

Y el caso es que debía ser lo más opuesto a lo que hasta ahora mismo llevo escrito. Es decir, como escritores nos debería privar encontrar lectores que nos lean y nos quieran y terminen siendo de nuestra manada, porque estando ellos en peligro de muerte, caminando sobre el borde escarpado de un precipicio, tuvimos la osadía suficiente para lanzarnos en su auxilio.

Pero eso es así siempre –me interrumpe un escritor triunfante en el transcurso de mi charla en una de esas reuniones que ya he mencionado.– se cuentan  por miles los lectores a los que mis libros les han cambiado la vida.

Sobra lo que de inmediato le respondo sobre que cambiarle la vida a alguien no significa salvarle la vida. Y además –adquiero un tono jocoso con ánimo conciliador– tampoco queda muy claro que le cambiaras la vida si en su nueva vida te han de seguir leyendo. Más parece con ello que tus libros premiaran con el reintegro, pero jamás con el premio gordo.

Lo que pasa –se levanta con aire de pelea, aunque yo ya haya hecho lo justo para evitarla– es que tú eres un escritor menguante. Cada vez que publicas tienes menos lectores.

Desisto de explicarle que si así fuese –y tengo más que razones para no creer en lo contrario– eso sería una buena señal. Señal de que la gente ya no me necesita. Pero no me voy a poner a averiguar si por exceso o por defecto.

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