Sólo la muerte –el vacío, la
nada– convoca un pensamiento puro, sin origen ni consecuencia, desinteresado. Sin
embargo, nos vemos forzados a valernos de las palabras del aquí y del ahora para
pensar la muerte y eso nos confunde. Las palabras, los síntomas más fieles a la
vida en curso, no pueden hablarnos de la muerte sin mentir. Hoy nieva y pienso
que la muerte es del blanco de la nieve. Pero en Madrid la nieve no llega a cuajar
nunca, y eso me trae de nuevo a la incertidumbre de la muerte. ¿Adónde va el
agua que se nos dio nieve? ¿Dónde se esconden la palabras que callamos al
morir? La nieve y las palabras desaparecen de la mano. Para entonces, la música
impide seguir la letra de la pegadiza canción que nos arrastra con ella.
miércoles, 28 de febrero de 2018
domingo, 25 de febrero de 2018
MIRA TÚ QUE SI FUESE VERDAD
Quien no tiene donde caerse
muerto, pues eso, que a lo mejor ni se muere. O si se muere –lo más probable,
puesto que el desconocimiento de la norma no libra de su cumplimiento, ¡maldita
sea!– no será porque se caiga en el lugar y el momento apropiados. Así que su
muerte –tan sólo una sospecha para quien, dado el caso, lo hubiese conocido
tiempo atrás, cuando aún no era un don nadie sin tener donde caerse muerto– no
constará en ninguno de los libros de oficio de ninguna funeraria.
Su cadáver, bien es verdad,
podría servir para cimentar el Monumento al Muerto Desconocido. Pero de estos aliviosos
monumentos esta el mundo demasiado lleno como para tenerlo en consideración. De
lo contrario, de pensar mucho en ello, a lo mejor empezamos a temernos que esos
que mueren, porque así es el juego, sin un lugar donde caerse muerto, es verdad
que no mueren: se reencarnan en cualquiera de nosotros apenas nos descuidamos.
miércoles, 14 de febrero de 2018
jueves, 1 de febrero de 2018
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