Conócete a ti mismo, accede a decirles el Onanista ciego ahora que trata
de relacionarse. Él sabe que Ellos guardan los males que podrían dañarlo y
hasta el presente ha vivido alejado de las manos que, en su alborozo, correrían
a abrazarlo si se relajara. Porque el Onanista ciego es un gran higienista y
aun cuando teme que su descendencia desaparecerá con él, entiende que no
sucederá igual con su Fe. Hecha a prueba de calamidades contaminantes, su Fe perdurará
entre cuantos oigan su mensaje por los siglos. Como hijos de nadie que serán, nadie
habrá que les reclama la vida.
Pero un día malhadado el buen Onanista ciego chocó contra un espejo y
sus ojos se le abrieron. Fue entonces el hacérsele visible que estaba hablando
solo. Como los trajes vacíos.
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