martes, 28 de marzo de 2017

SURCOS Y DELIRIOS DEL SIGNIFICANTE VACIO (Manifiesto Vacío)


Por Emilio Gómez Barroso

Este manifiesto debía algo a uno de los movimientos que, en esta época, ha sido acogido como una pequeña esperanza dentro del maremágnum que ha supuesto el desembarco neoliberal de las últimas décadas del siglo pasado y de lo que va de éste.
El populismo es la última teoría política acogida por nuevos partidos europeos que han abierto brecha en el abanico democrático, y desde el otro lado, desde la otra orilla, han marcado una breve esperanza para aquellos que ya dormíamos en el inevitable desastre del capitalismo monetarista.
Ahora bien, tendríamos que desplegar las similitudes con otras disciplinas y el abanico de avatares que han supuesto su gloria y su caída actual. Uno de los conceptos que conforman su sostén es el término laclausiano “significante vacío”.
El término significante siempre alude al campo de lo simbólico, es decir, a lo que para la lingüística sería cualquier término que apuntara a un significado, y que se desarrolla necesariamente como término de oposición y conteniendo su frontera. Sin embargo, esto no siempre es así en todas las teorías que usan este término para su desarrollo. El populismo siempre fue un modo criticable de hacer política por parte de la democracia bipartidista, ya que es un medio político abierto en el que caben todas las ideologías, aspira a lo general aprovechando la tendencia que deriva su puesta en marcha. Necesita de la figura del líder para el remplazo del término que nombra Laclau como “significante vacío”, pero no sólo eso, sino también la concurrencia de un Pueblo no disuelto aún por la adormidera democrática.
La ocupación del significante vacío alude a dos vertientes que han de coincidir en algún momento, la lógica y la matemática, para ello es necesario que armonicen movimiento, tiempo y número. Pero, aunque ya el mundo griego atendía a la armonía entre el número y la idea, es necesario buscar unidades que incluyan movimiento, tiempo y número. Es decir, en el caso del número, no puede partirse del uno porque ya incluye un contenido, sino que es necesario partir del cero, (0=instante=acontecimiento, es curioso que el 0 y el = coincidan en el teclado) y la filosofía occidental parte del Uno para entender la multitud (“El Parménides” de Platón). Laclau hace un parangón entre "significante descriptivo" y su “significante vacío”. Aquél pertenece al desarrollo que hizo el utilitarismo sobre el reparto del bien: "el mayor bien (placer) para el mayor número”, y el “significante vacío” se incluye en el campo del ajustamiento, de la Diké griega sobre los pueblos. Estas equivalencias extrañas son más bien licencias de Laclau, tendentes a comparar su corpus teórico con la materia de que estaba hecha la sociedad del bienestar anglosajona, pero con tejidos distintos, ambos de menor talla que lo que pretenden cubrir.
También y sin embargo, el populismo debe conocer sus límites y saber que en su olla se pueden cocer diferentes caldos a la vez, aun no estando de acuerdo su propio líder. Ya Perón protestaba porque sus seguidores le arrebataran la camiseta, y fueran más peronistas que el propio Perón. Pero, el aliento de la multitud trasciende a la voz que lo arenga.
Usando los mismos términos que el psicoanálisis, la razón populista otorga al significante vacío un comportamiento real (Realität), que implica que cuando se ocupe la conclusión final es que eso no era, teniendo sentido como recipiente vacío y sumatorio (sus derrotas electorales son producidas por la imposibilidad de sumar más adeptos y la laxitud de los adquiridos), al igual que el desmontaje del socialismo soviético se produce cuando se cree haber llegado al socialismo real en la época de Breznev. Por el contrario, el significante lacaniano tiene una raíz simbólica. Aun teniendo una barra infranqueable entre el significante y el significado S/s, está concebido como metonimia del sujeto (un significante representa al sujeto para otro significante). No cabe, pues, mucha equivalencia. Habría que buscarla en otro lugar. Tal vez, el significante vacío es más equiparable al objeto a lacaniano, ya que, éste sí, no es susceptible de satisfacerse con ningún objeto. El objeto yerra la satisfacción del placer para el que está diseñado y no es capaz de suturarlo. Aun así, ese objeto de la pulsión lacaniano es un nudo entre los 3 registros del lenguaje, lo real, lo simbólico y lo imaginario, no privilegiando ninguno.
No obstante, hay más problemas en las equivalencias que en las divergencias, ya que la distribución del placer no es equiparable a la distribución del bien, sino que el capitalismo consiste en saber cómo arrebatar el bien a los otros, y hacer el bien propio. Y muchas veces las referencias simbólicas se comportan como fauces de una bestia despiadada. No se puede esperar un trato humano del campo financiero, Mouffe y Errejón se sorprendían del trato que la UE había tenido con Grecia, sin respetar ni un ápice su contribución a la historia democrática.
Se introduce así una variable angosta, que Aristóteles orilló tildando, como algo sucio y banal, la intromisión del dinero en la realidad. Problema que acarreaba la introducción de algo simbólico en lo real de las relaciones humanas.
Lo Real, para Lacan es lo imposible de ser pensado.
La distorsión entre el Estado y el capitalismo financiero y globalizado ha dado al traste con las intenciones de los gobiernos territoriales. Hay muchos elementos desestabilizadores para el populismo, entre ellos los fondos que inyectan liquidez al mercado a cambio de intereses elevados y privilegios posteriores a muy alto costo y con demasiado tiempo de espera disponible para recoger frutos onerosos (fondos buitres).

S0/S1/S2

El significante es lo que representa al sujeto para otro significante, pero no para la significación. El significante amo (S1) representa al sujeto (S/) para el significante del saber (S2). Estas pequeñas letras, junto con ese pequeño objeto a (homológico a la plusvalía marxista), son las letras que van a conformar los modos del discurso que despliega Lacan, amo, esclavo, histeria y analítico, que concitan no pocos modos del proceder humano, añade tardíamente otro más, el capitalista, que no nombra como un discurso, sino como un pseudo-discurso, pues circula de manera diferente a los otros discursos (tiende a reventar), y es una perversión del discurso del amo.
¿Por qué concluir de esta manera?, porque la pregunta que aparece en la dialéctica significante es qué del saber le interesa al amo. Al S1 sólo le interesa el S2, en tanto en cuanto el saber porta algo del amo, es decir lo que de amo se ha introducido en el saber. Al capitalismo solamente le interesa la universidad, no como saber puro, sino como saber instrumental presto a ser utilizado cuando suena el cornetín de órdenes y comienza la maquinaria del beneficio.
Bajo estos presupuestos, lo que el populismo intenta, es producir un tipo de goce que no sea un goce exclusivamente capitalista, es decir concitar a un número creciente de personas que quede capturado por la voz mesiánica de un significante gozado por cualquier parecer; no es moco de pavo, aunque sea insuficiente, pues el azar y la envoltura del poder, pueden devolver una ilusión de justicia a toda una generación excluida en un tiempo de la idea de Estado, aunque luego el monetarismo espere recoger los frutos de la venganza.

(Para Mariano Hernández de Ossorno)

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