domingo, 14 de febrero de 2016

Una de cal y otra de arena o El comunismo explicado según las reglas del juego del ajedrez.





Marx, Carlos Marx, entendía la lucha de clases (ñoño paradigma) en tanto el firme avance de los peones sobre un tablero de ajedrez, même; avance que terminaría por asfixiar a la clases burguesas y reaccionaria: reyes, reinas, alfiles, caballos y torres (más altas cayeron).
Lenin, Vladimir Ilich Uliánov, años más tarde, desarrolló el bolchevismo, que a expensas del históricamente inevitable derribo de la burguesía por parte de la clase obrera, a fuerza de arrebatarle los espacios del tablero donde tiene lugar el concurso dialéctico, determinará como la auténtica fuerza del proletariado en marcha reside en la manera oblicua, de soslayo, al bies, con que los peones del ancestral ajedrez se ‘comen’ a sus enemigos cuando los tienen a mano.

martes, 9 de febrero de 2016

UN APUNTE DE RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO QUE BIEN PODRÍA AYUDARNOS A COMPRENDER Y DESVELAR CON APROXIMADO TINO EL CACAREADO “CASO DE LOS TIRITITEROS” Y MUCHOS OTROS CASOS QUE SE ABRIRÁN IGUALES SEGÚN SE NOS VAYA OCURRIENDO TENTAR LOS ASOMOS DEL ORDEN, SEGUIDO DE UNA ADVERTENCIA DEL MISMO AUTOR, LA CUAL NO HARÍAMOS MAL TOMÁNDOLA POR UN APROPIADO CONSEJO.




(Glosa) El proceso que culmina en la Justicia es un doble reflejo que proyecta la norma de acción como criterio para el juicio y retrotrae las reglas del juicio como criterio exclusivo de la acción. Y así, “mala acción” se identifica con “acción punible”: la acción punible será siempre mala y no habrá otra acción mala más que la punible. La Justicia anticipa hipotéticamente veredictos de culpabilidad (sería impropio decir “de culpabilidad o de inocencia”, pues no hay simetría: no cabe “veredicto de inocencia”; quien resulta inocente escapa simplemente al veredicto y a la Justicia misma), que serán ya la única norma de la acción, como una alfombra solapada bajo un suelo futuro. La Justicia es un cepo en el camino, que prejuzga como “malos pasos” los de quienquiera que vaya a caer en él. Los pasos de la acción ya no son malos por cosa que ya lleven en sí mismos; sólo lo son porque van a toparse con el cepo que les ha preparado la Justicia. El presupuesto de la Justicia instituida ha cegado y pervertido la moral, que se ha reducido ya sea a la tarea de formular criterios razonados para el juicio, ya sea a la elaboración formalizada de esos mismos criterios como normas de conducta. Arduo y remoto resulta ya siquiera imaginar lo que sería una moral que se ciñese a reflexionar sobre los móviles, las formas y los designios de la acción como tal, sin reflejar ni implicar de ningún criterios para el juicio.
Ahora bien:
La leal recomendación “Ajústate a los hechos”, a poco que se recalque, amaga siempre teñirse y aun virarse en el desleal y tácito mensaje: “Doblégate a lo más fuerte”.
Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.
(Campo de retamas. Pecios reunidos)