martes, 30 de abril de 2013

MOVILIDAD EXTERIOR




.. llegué a la fantomatización (…) La mejor manera, pensé, de ser una fortaleza inconquistable es retirarse tras las apariencias. Por lo que cogí la cámara de fotos irreparable de mi padre que mi madre había tirado a la basura pero que yo había recogido a pesar de ser irreparable. Hice de ella una herramienta fantomatizante. La impuse en la clase. Con la cámara inhabilitada hacía fotos a los profesores. Decenas de clichés. Decenas de fotos inexistentes. De esta manera yo las inexistía. Todas. Una tras otra. Las miraba desde el punto de vista de la ausencia de mirada. Yo encuadraba. Disparaba. Ellas posaban. Disparaba. Hice esto a menudo (Hélène Cixous. Los ensueños de la mujer salvaje)

Fantasmas. Ausencia de mirada. Fantomatización, ¡qué nombre!. Miradas perdidas, ¡qué proeza! Apariencias. Hacer fotos con la cámara sin carrete, con la cámara estropeada, sin cámara inclusive, como los niños disparan encuadrándote entre los dedos.

O fotografías de nosotros mismo donde nosotros mismos no aparecemos aun estando como estamos allí. Postales las llaman. Como postales se las conoce. Y es por una razón distinta en cada caso, que exiliados y emigrantes se sirven casi con exclusividad de las postales. Tanto los unos como los otros, mientras “permanecen fuera” remiten a “su gente”, todavía en “su tierra”, esas fotos de ellos mismos donde ellos mismos no aparecen.

Los exiliados por prudencia. Los emigrantes por vergüenza.

Esta es la ciudad donde ahora vivo. Ved qué bonita. Escriben exiliados y emigrantes, cada cual a su modo, en el reverso de la postal, junto a las señas abandonadas de un lugar más feo e inhabitable al que, pese a todo, la memoria hermosea y vuelve acogedor. Pero la ciudad del exiliado es, en verdad, un escondite y la del emigrante un descampado. Y uno y otro han de mentir el verdadero lugar donde viven.

Dejemos, por su bien, al exiliado en su escondite. Hablemos del emigrante. Del cual sólo podemos decir que ¡cómo no respetar su secreto!

lunes, 29 de abril de 2013

COSAS DE LA MENTIRA



Todo cuando se diga acerca de la mentira (lo haga a su favor o, a la inversa se manifieste en su contra con decisión fatalista; tanto si lamenta de antemano sus futuras consecuencias imprevisibles, como si pretende de forma absurda procurarse el cobijo en ella, en apariencia seguro y cálido como el de un cobertor) habrá de tenerse por verdad necesariamente. Esa es la cuestión.

Quien bien te miente te hará soñar.

Vigorosa crece la mentira en el jardín del amor.

La mentira es una metáfora sin la carga de la prueba a cuestas.

A la vista está: le convienen a la mentira las frases cortas, sentenciosas, así vinieran dictadas por un arrebato, donde sucede que lo poético nimba la realidad, como una de esas greguerías otro tiempo tan exitosas. En cambio, si el mentiroso abunda con insistencia en la elaboración y el cuidado de su mentira, probablemente él mismo caiga, tarde o temprano, en las redes de aquellas palabras con las que pretender darle cuerpo, y enseguida se vea en evidencia, pronto se delate como el peor de los trufadores en activo. La mentira, es cosa reconocida, la mayoría de las veces no se siente capaz de guarda la memoria de sí misma sino con grandes dificultades, a consecuencia de lo cual opta casi siempre por el olvido, rápido y certero como un disparo a la sienes.

Hay., no obstante, mentiras fundacionales. Mentiras capaces de crear un mundo.

domingo, 28 de abril de 2013

TRANSPARENTES



Walter Benjamin nos lo dejó dicho: vivir en una casa de cristal es la virtud revolucionaria "par excellence." También Theodore Roszak: Ser una figura pública en la contracultura significa tener muy poca cosa privada. Y hasta el viejo Georg Simmel adivinaba que en la ciudad moderna se desvanecerían poco a poco los secretos, lo cual redundaría a favor de la claridad democrática. La fe de los teóricos es grande, pero, que se sepa, no llega a mover montañas. Pese a tan decididas voluntades trabajando a favor de la transparencia, el siglo XX vio la mayor producción de secretos que se haya podido dar a lo largo de la Historia. Desde la aparición del yo subterráneo, en lo individual, pasando, en lo social, por el Lager, el Gulag o la Guerra Fría, hasta la misma Internet y su engañosa visibilidad expandida.
Con todo, la transparencia vuelve a estar de moda, y se habla con profusión de opiniones sobre la conveniencia de oficializarla. Pronto –pero según interese- tendremos una Ley de la Transparencia para la cosa pública, pues, al parecer, lo público es como el cuerpo: una promesa bajo las sutiles veladuras del ropaje. ¿No suena a perisología decir ‘lo público transparente? Como el ‘fútbol es fútbol’ de Vujadin Boskov, ¿no sería más sencillo formular: ‘lo público es público? Entonces, ¿qué sentido tiene hacer una Ley de la Transparencia?
El sentido común se basta y sobra para indicarle al cuerpo hasta dónde, en dónde y cuándo mostrarse. Con ello inventó el juego de la seducción, cuyas reglas exigen siempre ir de menos a más. Por tanto, la seducción no trata de limitar los desvelamientos, sino retardarlos, volverlos oportunos, en tanto el final está ampliamente anunciado. Tan desnudos se quedan, que hasta callan, escribió, no obstante, el poeta metomentodo.
Lo público, por el contrario, es –debiera ser- el comienzo. Lo que está a la luz del día. Lo que no necesita luz para ver claro (Pablo Picasso). Aquello innecesitado del truco y de la trampa consecuentes a cualquier reglamentación. De modo que la esperada Ley de la Transparencia no puede ser sino eso: ir de más a menos; ponerle cortinas al espacio abierto; hacer sombras; establecer intersticios por donde entrarle al escondite. En definitiva, convertir lo público en una gestión que se realiza a buen recaudo, a salvo de cualquier intromisión. O sea, en privado.
Se pretende que las instituciones sean transparentes. Bien está. Pero nada nos asegura –sino al revés- que, llegado el momento de ‘enseñar’ lo verdaderamente importante, en lugar de la L.T. se aplique al caso la Ley de Secretos Oficiales. Se expondrán las sospechas sobre las presuntas responsabilidades de un personaje instituido, mas tocando fondo, enseguida se advierte que, de seguir por ahí, sería vulnerar el derecho a la intimidad, bajo el amparo de una Ley Orgánica.
Un roto tapa un descosido, afirma la paremia. La legislitis que padecemos (en algo han de entretener el rato Sus Señorías), por paradójico que resulte, no desbroza el camino, lo entorpece. No atrae claridad, ciega. La igualdad ante la ley es un buen slogan electoral, pero, tan peligroso, que ya se encarga la ley de dictar las oportunas leyes donde se determinen los distingos. No entre los delitos. Sí entre los individuos que los cometen.

sábado, 27 de abril de 2013

CUANDO EL RÍO SUENA


(en) el siglo XIX se creó el pobre moderno, hasta entonces opuesto a poderoso en lugar de a rico. La enmienda de 1834 a la ley de pobres, en Inglaterra, puede considerarse el punto de partida del capitalismo moderno, porque terminó con el subsidio a la pobreza que impedía la existencia de la mano de obra. (Gustavo Esteva. Adiós a la pobreza. La Vanguardia 15012003)

¿Les suena? La reinvención del Capitalismo (más) moderno está a las puertas.

CITAS PARA EL FIN DE SEMANA -II-



Ella siempre le decía: "Cachondo, que eres un cachondo." Y él: "Cachonda, que eres una cachonda." Cierto día, en el colmo de la originalidad, ella le susurró al oído: "Cachondito, que eres un cachondito."
 Fernando González Ledesma.
Y la única delicadeza de la sociedad consiste en no sacar borrachos en los anuncios de priva.
 Jesús Graz.
Marie Abraham, 31 años, miseria y hambre, estranguló a su hijo de 9 meses con la corbata del marido que ella usaba como liga.
Franz Kafka.
Quedan nueve siglos menos.
Walter de la Mare.
Un teólogo era para Juan Vargas un hombre que se mete en una habitación completamente oscura en donde puede, o no puede, estar un gato negro, y al poco sale con el gato negro en un saco.
Enrique Montiel
...humillado como el mar en los puertos
María Ortese.
Qué fascinante el secreto de un obispo.
Antonio Pereira.
Olha que nâo ha mais metafisica no mundo senâo chocolates..
Fernando Pessoa
No digas tonterías, baila y canta y no me cuentes cuentos Cachupino.
Pablo Picasso.
Tío, quiero morirme, es lo único que quiero -gritó Ploy
¿No sabes -dijo Dahod- que la vida es el bien más preciado que tienes?
Jo, jo -soltó Ploy entre lágrimas- ¿Y eso por qué?
Pues porque sin ella -dijo Dahod- estarías muerto.
Ah -dijo Play.
Thomas Pynchon.
.- ¿Cómo va la vida Hart?
.- No acaba nunca.
(Vaya par de idiotas, filme.)
Me gustaría que me gustara lo que gusta a todo el mundo
Virginia Woolf
No todos los que no escriben sus memorias son forzosamente dichosos.
Fritz Zorn

martes, 23 de abril de 2013

SOBRE LAS MANOS



Si hay una expresión cabal, ajustada a la razón, es: las manos van al pan. Todo lo demás o es metafísica o es lirismo, si estas dos cosas no son desde siempre la misma cosa.

Guardarse las manos en los bolsillos no es señal de indolencia, sino de una exagerada prudencia que no conduce a ninguna parte.

Las caricias de las manos desmigan el cuerpo pétreo del pan. No hay piedra que resista la insistencia de las cosquillas.

Hecho a mano. Tentado.

Los hombres que se perdonan, se dan la mano. Entonces, uno ofrece el pan. El otro, sirve el vino.

Estoy en sus manos. ¡Qué dicha!

Sin embargo, a los escritores no les gusta que las gitanas magas les lean las manos. Ellos usan las manos para escribir, y temen como a nada en este mundo, que alguien pueda conocer sus secretos antes incluso de llegar a existir