domingo, 11 de noviembre de 2012

AGAMENON Y SU PORQUERO



dialoguillo de Agustín García Calvo

Agamenón- Aquel que contempló la verdad, muere dichoso.

su Porquero- Pues la verdad, Agamenón, a veces dices unas cosas que me sacan de quicio.

Agamenón- ¿Yo? ¿Qué yo te saco de quicio?

su Porquero- No. Tú no. Las cosas que dices.

Agamenón- Las cosas que digo dicen de mí más que yo mismo.

su Porquero- Puede, pero no me gustan ni un pelo.

Agamenón-Pues ¿qué te gusta de mí, así las cosas? ¿Mi cuerpo: estéril y efímero como una rosa?          ¿Mi rostro: venganza de los dioses para que de ellos no me pueda olvidar mientras viva? ¿Cómo me gano el sustento doblando el espinazo? Dime, Porquero, qué prefieres de mí            y entonces sabré por qué sigues a mi lado.

su Porquero- Pues no me metería yo en tan hondos berenjenales. A lo mejor, si voy contigo es porque tú sólo no te valdrías.

Agamenón- Maldita sea mi estampa si tan mala imagen ofrezco a tus ojos.

su Porquero- Mira, Agamenón, te voy a ser sincero: me gusta cuando callas porque estás como ausente…

viernes, 9 de noviembre de 2012

LA FUERZA DEL AMOR



a Fátima

María Mirona se llamaba la chica que más me quiso en la vida, aun cuando jamás en mi vida llegué a enterarme de qué veía en mí María Mirona para quererme tanto.

A veces le preguntaba:

-¿Qué miras, María Mirona, cuando me miras?

Y ella me seguía mirando sin contestar, de modo que tampoco yo era capaz de dejar de mirarla a ella.

--No me mires así, María Mirona –le dije, por fin, un día, y ella, por no me contrariar, hasta dejó de mirarme.

Yo, viendo que ahora María Mirona no me miraba, me puse a morir de amor en ese preciso instante.

¡Qué muerte más mala si no te miran!

¡Qué muerte más dulce!, los ojos de María Mirona mirándote hasta la muerte.


martes, 6 de noviembre de 2012

tontoievskianos



Michel Houellebecq: El mundo es un sufrimiento desplegado


Carmen Machi: Lo normal es sentirse bien. Será que no tomas activia

jueves, 1 de noviembre de 2012

RUMORES



En la Secta de los orgamistas  (popularmente conocida como ‘los de la Zambomba’) perdura un rito iniciático secreto (aunque no tan secreto si hablamos de ello) consistente en que el aspirante a Orgamista de Número, una vez empalmado –dicho de manera metafórica-, una vez tiene el miembro como el cuello de un cantaor (exageración flamenca recogida por Pedro G. Romero en su extraordinario Grandes dechados de un Arte grande), se ha de mantener inexpresivo, contenido, estatuario, mientras un caracol de jardín le recorre el susodicho miembro (cola, pene, pito), ahora en su máximo esplendor, desde un extremo al otro del mismo; o sea, desde la sínfisis del pubis hasta el desprotegido pero triunfal glande. Sólo si el caracol funámbulo logra coronar sin que el neófito a prueba decaiga en su resistencia ante los incontinentes empujes del Orgasmo, se le concede al pretendiente, al bisoño y, sin embargo, arrogante novio, el derecho a contar, con todos los pronunciamientos a favor, y como uno más de los mismos, entre los sectarios de primer año. Sandungueros los denominan, pues aunque dotados de la gracia, del donaire de los recién llegados, con su savia fresca, todavía le falta adquirir la experiencia suficiente (la cual siempre es poca) para alardear de ello entre los veteranos del Gremio.

Sobra advertir que semejante prueba, en sí misma una proeza digna del mayor encomio, sólo es factible superarla luego y a través de un arduo e ininterrumpido entrenamiento. Mas les podemos asegurar con responsable convicción, que ninguno de los aspirantes a orgamista entrevistados para la redacción de esta nota rumorosa, incluso aquellos que se quedaron a las puertas sufriendo un revés a todas luces lacerante, se mostró contrario a la misma.

En cualquier caso -nos aseguraron-  los duros meses, para muchos años, de entrenamiento nunca es un tiempo perdido, magdaleniense. A poco que te apliques, si verdaderamente te entregas, adquieres una ética, una manera de ser, que luego te ayuda mucho en la vida.

Diga usted que sí.

domingo, 21 de octubre de 2012

(del) Diccionario de las memorias y el olvido



EMPLEO. 1. Valga –si dios así lo tiene dispuesto- buscarle un empleo a las cosas. 2. Aquellas cosas que nos rodean por natural (como los árboles y los animales comestibles; las piedras preciosas; las piedras filosas; los ríos y los mares navegables; las montañas horadadas) y 3. aquellas otras cosas que precisamente se inventan porque ya se tiene claro cómo y en qué, por quién, van a ser empleadas (como el cuchillo, la cuchara, el Che Guevara; como la cuchara, el cuchillo, la hoz y el martillo). 4. Pero, mire usted qué desatino, qué desafuera tan grande, buscarle a un hombre un empleo.

ENCAPOTADO. 1. Negras tormentas agitan los aires,
                                        Nubes oscuras nos impiden ver.
2. O sea, que el cielo está encapotado.

ENCARNACIÓN. 1. Que la encarnación fuese un misterio, 2. sin duda facilitó el embarazo de muchas muchachas a la primera vez que ella y el novio se arremetían con la fuerza de un ciclón. 3. Luego, enterados los papas de uno y otro bando de las graves consecuencias del asunto, entre ellos imponían la obligación de casarse de los actuantes. 4. De penalti, llamaban a ese matrimoniar de urgencia y conveniencia para las partes. 5. Acaso porque no olvidaran, en la vida nunca jamás echaran de menos, que el matrimonio es la pena máxima por una falta a la que luego en la moviola se vería / sin la menor alevosía.

ENVEJECER. 1. No me da miedo envejecer, sino amargarme[i] 2. Es lo que tienen las almendras

ENVIDIA. 1. Cochina envidia. 2. Quien se muere de envidia, 3. primero encoge y luego 4. se va sin que nadie lo eche de menos.


[i] Carlos Pazos. Garabatos y zarpazos.